Todo sobre el estrés y cómo puedes reducirlo

La palabra estrés se utiliza para indicar los efectos en nuestro cuerpo que se originan cuando no sabemos cómo afrontar una situación de cambio.

Que levante la mano quien nunca haya dicho “¡Estoy estresado, ya no puedo más!” 

El estrés es una palabra muy utilizada en nuestros días, sobre todo porque sale a relucir en todas las ocasiones en que nos sentimos abrumados, nerviosos, confundidos o enojados. Pero, ¿qué significa exactamente el estrés y cómo podemos reducirlo? 

Hans Selye fue quien incorporó por primera vez este término al léxico médico para describir la “respuesta inespecífica del cuerpo a cualquier demanda” (El estrés de la vida, 1956). 

Como demanda se entiende cualquier tipo de cambio en nuestro entorno. Los seres vivos estamos en constante cambio: la tierra gira y nosotros con ella. Incluso nuestro cuerpo cambia sin que nos demos cuenta.

La palabra estrés se utiliza para indicar los efectos en nuestro cuerpo que se originan cuando no sabemos cómo afrontar una situación de cambio.

El estrés entra en nuestra vida a través de eventos o situaciones que se definen como estresores: un examen, una mudanza, una reunión importante, etc. Incluso nuestros propios pensamientos -aunque no constituyan algo real- pueden ser estresores muy potentes.

¿Qué sucede cuando estamos bajo estrés?

La reacción del cuerpo es siempre la misma, independientemente de qué tipo de estímulo la desencadenó: aumentan los niveles de adrenalina, la respiración se vuelve más rápida, la presión del cuerpo aumenta, el corazón lleva más sangre a las extremidades para que puedan responder a la amenaza o huir rápidamente. 

Todo esto aumenta los niveles de cortisol en nuestro cuerpo, lo que hace que haya más azúcar disponible en la sangre. Como consecuencia, las funciones digestivas y el sistema inmunológico se inhiben.

Estrés crónico

Puede ocurrir que el cuerpo sea incapaz de volver a un estado de reposo, ya que los factores estresantes se prolongan en el tiempo. Si no somos capaces de dar una respuesta adaptativa efectiva, el estado de alerta produce una tensión permanente.

Si a esto sumamos nuestra tendencia a estar siempre ocupados, a menudo ignoramos las señales de estrés de nuestro cuerpo. Por lo tanto, la alteración y desequilibrio de nuestro organismo se vuelven crónicos.

Agotamiento psicofísico

No existe nada que nos haga inmunes al estrés pero sí podemos defendernos del desgaste físico y mental que éste conlleva. La forma en que percibimos y nos enfrentamos al estrés será la clave del éxito. 

Muchos factores influyen en nuestra percepción y respuesta a los múltiples estresores que vivimos a diario: la calidad de nuestro estado mental, nuestro contexto social y familiar, experiencias personales y mucho más. 

Lo importante es romper el círculo vicioso de la respuesta automática y reactiva para aprender a cultivar un estilo de vida orientado en la conciencia (mindfulness).

Mira estas 5 formas para aplicar los principios de Mindfulness en el trabajo.

El estado de conciencia nos permitirá captar, sin juzgar, todo el contexto externo e interno en el que nos movemos: nuestras sensaciones corporales (tensiones musculares, calidad de la respiración, etc) y nuestro estado mental (emociones y pensamientos). 

Reconocer y validar tus necesidades reales te ayudará a responder de manera efectiva a los problemas cotidianos, enfocándote en la situación que estás viviendo y en tu propio estado psicofísico.

¿El estrés puede ser positivo?

Nuestro cuerpo trata de adaptarse al estrés lo mejor que puede, la mayoría de las veces sin requerir nuestra intervención, pero otras veces necesitamos captar su s.o.s. y ayudarlo a aligerar la tensión. 

Cuando, por ejemplo, nos damos cuenta de que estamos demasiado cansados ​​y hacemos una pausa para descansar o tomamos una decisión de forma consciente y no impulsiva, cerramos el ciclo del estrés volviendo a nuestro equilibrio físico y mental. 

Cuando sabemos cómo manejarlo, el estrés nos brinda un mayor estado de alerta y de concentración; por lo tanto, una mejor respuesta a la situación.

El estrés puede ser bueno, eficaz y saludable cuando no es duradero y cumple su función de despertar nuestros sentidos y nuestra capacidad de adaptarnos a la situación.

¿Cómo puedes afrontar eficazmente el estrés?

Una gran ayuda la podemos encontrar dentro de nosotros mismos. 

Cuántas veces estamos tan ocupados que no escuchamos a nuestro cuerpo: tenemos frío, estamos trabajando con luz insuficiente, estamos realmente cansados ​​o hambrientos.

El problema principal es que estamos ausentes: vivimos sin saber lo que estamos viviendo, comemos sin saber qué estamos comiendo, leemos y muchas veces tenemos que volver atrás porque no recordamos lo que leímos. 

Por eso nos resulta difícil cuidar nuestro bienestar, estamos la mayor parte del tiempo con la mente en otro lugar.

Ser presentes

La forma más efectiva de ser equilibrado y resiliente es usar nuestra conciencia para estar presentes a cada momento: vivir con la mente y cuerpo unidos. 

Así podrás responder con coherencia y preocupación, siguiendo el ritmo de tu cuerpo y las necesidades de tu mente.

Para cultivar la habilidad de ser conscientes y facilitar el encuentro cuerpo-mente, puedes acercarte a la meditación (mindfulness) y la práctica del yoga.

Mira cómo la terapia de reducción del estrés basada en la atención plena puede darte grandes beneficios. 

Cultivar la gratitud y la confianza

Cultivar un espacio donde puedas hacer algo por pasión, simplemente porque te gusta hacerlo, te ayudará a aumentar tu confianza y satisfacción personal.

La gratitud y confianza en nosotros mismos y en nuestras capacidades es otra forma para evitar sentirnos abrumados.

Cuando tengas que tomar decisiones, prepárate para escuchar a tu cuerpo y a tu mente haciéndote las siguientes preguntas:

Cuando hayas escuchado a tu cuerpo y a tu mente, toma acción.

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